sábado, 17 de septiembre de 2016

Tarentola mauritanica (Salamanquesa Común)



La Salamanquesa común tiene una longitud máxima de 16 cm. y un aspecto ancho y aplastado dorsoventralmente. Su cabeza es también ancha, voluminosa y aplanada, muy bien diferenciada del cuerpo y cubierta de muchas y pequeñas escamas. El iris es de color gris y posee la pupila vertical. Las patas son cortas, con dedos bien marcados y anchos en su extremo. Solo tiene uñas en los dedos tercero y cuarto, aspecto que la diferencia de la Salamanquesa rosada, con uñas en todos sus dedos. Tiene todo el dorso
cubierto de escamas pequeñas y presenta varias hileras de tubérculos prominentes que le dan un aspecto espinoso y rugoso. La coloración del dorso varía entre el blanquecino y el marrón oscuro, pasando por diversas tonalidades grisáceas. Estas tonalidades varían en función de la localización, hora del día o actividad, generalmente con tonos claros de noche y muy oscuras de día o cuando se encuentra soleándose. El vientre es blanquecino o amarillento claro.


Se reproduce en primavera y verano, realizando una puesta de uno o dos huevos que son depositados en grietas, entre las piedras o bajo la corteza de árboles. Dependiendo de la temperatura ambiental, entre una semana o incluso varios meses después nacerán los jóvenes que medirán entre cuatro y seis centímetros.

Se encuentra presente de manera frecuente en gran parte de Aragón, aunque de forma dispersa, tanto en zonas naturales como en el interior de gran parte de las poblaciones. Sus cualidades trepadoras hacen que ocupe todo tipo de paredes y estructuras verticales. Se encuentra a menudo en afloramientos rocosos, márgenes de piedras, troncos de árboles, construcciones humanas, etc. Aunque originariamente ocupaba solamente hábitats naturales, es una especie que se ha adaptado perfectamente a la presencia humana, instalándose en numerosas ocasiones cerca del hombre. Suele observarse en el interior de poblaciones, generalmente cerca de las farolas en busca de los insectos que son atraídos por la luz, llegando a introducirse muchas veces incluso en el interior de las viviendas.


Aunque es una especie típicamente crepuscular y nocturna, sobre todo en contacto con el hombre, suele desarrollar su actividad también durante el día y necesita tomar el sol durante algunas horas. Desde antiguamente se le culpa de comerse la ropa del interior de los armarios en las viviendas, cuando lo que realmente hacía era comerse las polillas, que son las que realmente perforaban la misma. Se alimenta exclusivamente de insectos. Pese a ser totalmente inofensiva para el ser humano, hay quien cree que es sumamente venenosa. No tiene ningún tipo de veneno en su piel ni posee dientes inoculadores de veneno y, en caso de morder, la poca fuerza de sus mandíbulas y el reducido tamaño de sus dientes hace que no exista el más mínimo riesgo para el hombre. Estas creencias, basadas en el desconocimiento, han provocado y provocan la muerte de muchos ejemplares.










En: www.naturalezaaragonesa.com

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